Percibes la tristeza de tu nido
y de las aves el calor ausente,
como copo de nieve impertinente
a un paso del dolor y del quejido.
Es la selva tal vez, el cauto ruido
que vaga para ti furtivamente,
es desazón fugaz del ser doliente
y un llanto que se pierde en el olvido.
Será entonces así la nueva herida
el vórtice que escude tu templanza
y el sueño encantador de tu realeza.
Como resumen que te dio la vida
en un faro tenaz de la esperanza
que alumbre para siempre tu tristeza
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