Perderé lo sufrido
cuando despierte de mi sueño eterno
y sea ya suprimido
al final de aquel tiempo tan temido
el tenebroso infierno.
Refuerce el corazón
la palpitante historia a su manera
y sea la cerrazón
de intrusa enredadera.
como una alucinante diapasón.
Escúchense los cantos
de ángeles en su cielo deprimidos
y pónganse los mantos
a cubrir a los hombros ateridos
de justos y de santos.
¡Oh funeral tardío!
Ave negra rumbosa y pasajera
que vuela por el río
y viste la lejana primavera
de suave señorío.
Respóndanme las naves
al solo empuje de mis fuertes remos
y espíguense las graves
reformas enclaustradas en extremos
de todo lo que sabes.
Y sea la miserable
cantata de los pobres un dilema,
que exija ya insaciable
se corrompa muy pronto el anatema
y el filo de su sable.
Se rompan los silencios
como el lienzo que tocan los astados
y díganme los necios
si están debidamente sustentados
por débiles o recios.
Sea entonces mi quimera
cuando despierte de mi eterno sueño
un canto en la pradera
para gozar como si fuese el dueño…
de muerte lisonjera.
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