Se enseñan hoy desnudas en el cosmos
las horas picarescas de la muerte
y a lo lejos los duendes en estadios
de horas placenteras y muy lejanas
cubiertos de lágrimas y mil presagios.

Reptadoras tal vez como serpiente.
se dibujan las lenguas de las llamas
alrededor del cuello y la garganta
como si fuesen los dedos de los duendes
que vestidos de amarillo bien se esconden
en una alameda lúdica y que espanta.

La selva amazónica pierde espacios
floridos y el agua se esparce en sus contornos
con lentitud de gusano que se mueve
arrastrando un cuerpo al monterío.

Cuando el azul de los mares
y del cielo ya se agote
lloraremos con ojos muy re secos
la imprudencia humana.

Inocentes, como un niño que se duerme
las gentes arañan la noche de la espina,
la luz de la esperanza de su llanto
y la nota inconsútil del silencio
y entre tanto
un cuerpo será… siempre solo un cuerpo
pero la humanidad es sangre del silencio
y tumba expectable… del universo.

Julio Serrano Castillejos