El vuelo de tu pelo con certeza
rieló de la noche la vivífica
redondez de tu cuerpo y tu cabeza
de corpórea exquisitez magnífica.
Se puso luego así en mi entereza
el sol con su nota más bucólica,
del puro y casto honor a tu belleza
en responso de tu fe satírica.
Las horas se fueron esotéricas
y vi en las vestales envidiosas
el rictus de sus caras tan coléricas,
pues eres más divina que las diosas.
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