Traje a mi mente las cuantiosas cosas
de mi casa a las seis de la mañana,
el cielo azul, las nacaradas rosas,
el incienso de la iglesia más cercana.
El aroma de ti, ensoñadora,
el patio con arecas prodigiosas,
las banquetas limpias y sus baldosas,
la verdad del rocío de las montañas.
Y surgiste entonces, serenamente,
con tu halo de azucenas encantadas
en el nicho de piedras, de la fuente,
cuando te puse en un altar de flores
entre olas y nubes perfumadas
y un lindo amor… por siempre ambivalente.
Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, 13-Enero-2004.
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