Sé que soy obra tuya Señor
y también que sólo yo
empaño mi esencia y mi fe
con acciones sin color,
pero eres mi Cielo amado;
ayúdame a levantar
si he caído o tropezado,
enséñame a no olvidar
lo que vale de verdad.
Quisiera que la humildad
no me abandonara jamás,
y tener paciencia infinita
para dar todo mi querer
sin pedir con egoísmo...
Quisiera ser en tu Jardín
aunque sea una pequeñita
flor silvestre, y allí
entre arbustos, en tu verdor,
sentir que mi corazón
late con ritmo sincero
y sea reflejo de tu amor...
¡Pero sólo soy humana, Señor!
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