Se sabe de antemano y con tristeza
que no se es mar porque allí uno sienta
el oleaje que sacude y revienta
sentimientos, otrora fortaleza.
Se puede comprobar que la maleza
va enredando el alma tan sutilmente
arañando implacable e inclemente,
absorbiendo ese poco de ternura
guardada en la cajita con frescura;
caminando el silencio con la gente
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