Las manos de Protágoras sobre la luna
(el seno de ella agazapado en la memoria);
Sócrates en sol con un sombrero para cubrir su barba;
El bosque con su corazón tiritante
En el torbellino de Ion con una bufanda de tierra y mares.
La oscuridad aletea ardiendo en su pozo;
Junto a mí, la neblina de los periódicos
Como ríos bebidos por pájaros ancestrales.
En las ramas del rocío, deshecho en los sentidos,
Se rompen los espejos
Y asumen ventanas sin memoria:
Así la suerte está echada: en el ala de la razón,
El alma asume su propio cautiverio:
Escribir sobre el ceño arqueado de los colchones
Con el comillo herrumbroso de los cráteres…
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