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André Cruchaga


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SE CIERRA UN DÍA, NO LOS DÍAS.

SE CIERRA UN DÍA, NO LOS DÍAS.

(Para todos los amigos de Palabra virtual, con quienes compartí la poesía, mis alucinaciones, mis soledades, mis angustias existenciales y, por supuesto, mi agradecimiento intemporal a Blanca, forjadora de sueños. Algún día, las reminiscencias, nos harán soñar profundamente. Mil gracias y hasta siempre)


“Por el filo de mi último sueño”…
Blanaca Andreu


Los días son sombras lunares,
Y a menudo tienen el afán migratorio
De las aves, de las puertas,
De las ventanas, de los violines o las garzas.
Cuando un día se acaba, se declina a los sueños
O los sueños se hacen más patentes.
Viene la noche, no. Vienen otros cristales,
Otros espacios donde destellan los anhelos
Y el oficio de hacer metáforas.
Entre mares verdes con palabras azules,
Dibujamos el fuego en los pájaros,
Acaso porque el poema es un cielo
Tan parecido al ámbito de los vuelos.
Pero ¿quién soy yo para comenzar a contar la historia?
¿Quién para bracear en las profundidades
De lo que no puede ser un río de olvidos?
¿Quién para galopar o crepitar sobre la hierba?
¿Quién para sonreírle a la luna
Con el ojo que dan los adioses y los amaneceres
Profundos? ¿Quién desde la soledad que lo habita?
Nadie. Porque Dios hizo también las renunciaciones:
Elevó los senderos, categorizó los sueños
E hizo sonar las campanas
Con el badajo de los antiguos profetas.
Ahora, casi al término del día, me anclo
Como se anclan los muelles vividos en las aguas,
De la Patagonia, de islas Canarias, del Callao,
Del Atlántico de Euskadi o, sencillamente,
De la tierra apostólica de Blanca.
En su profusa y mística herida poética,
Viví la ráfaga del verso y la compañía del libro
Vertiginoso del eco hasta cortar cipreses
Y tocar las cuerdas solares de la trementina.
Día a día la vegetación se hizo de sueños;
Era tanta la sed, que el cielo sangró su alfabeto.
Era tanto el rito por la fragua,
Que todos fundimos allí, la palabra.
Todo esto no puede convertirse en olvido:
Hay mil palabras golpeando la luz,
Y un mayo copioso de sonidos.
Aquí inventamos tantos sueños y pasos.
Fuimos ansia. Fuimos pasos. Fuimos lluvia.
Fuimos cuerpos deshaciendo el aire
Fuimos nostalgia y alegría sangrante.
El día se acaba. Es cierto. Pero hay
Que seguir cantando sobre el tiempo.
Después de todo, a Blanca no le gustaría,
Ver corazones de ceniza en la Nada,
Sino “un gran corazón de música”
En cada uno. En cada palabra nombrada.
Si ahora se parte, no es para un hielo
De almohadas, sino para salvar la travesía
De los sueños entre relámpagos.
Si ahora se parte es para hacer real
La armadura contra la niebla pululante.
Si ahora hay desgarro, en porque,
Hay necesidad de volver a la transparencia;
Si ahora el afluente calla,
Es porque para saciar la sed,
No bastan cielo, nube y vasijas,
Sino mágicos rumores interiores,
Para arrebatarle la imagen al tiempo.
Si ahora la intemperie nos acecha,
Con su universo lapidado,
Es porque las alucinaciones del desamparo,
Son necesarias para soñar en los caminos…
Casa de la Yedra, 15 de mayo de 2004.
11:20 AM


André Cruchaga

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Publicado el: 15-05-2004
Última modificación: 00-00-0000


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