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André Cruchaga


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LUNA EN LAS OLAS Y LAS CUMBRES

LUNA EN LAS OLAS Y LAS CUMBRES

“Noche de rostro blanco...
Dos mitades opuestas y un hombre que no sabe
Cuándo su mariposa dejará los relojes”.
Federico García Lorca

10
Ven. Ilumina de noche el silencio
Con el brío de la espuma o las ráfagas del cierzo.
Arriba, cuesta seguirte en pijama;
El aire sopla y succiona como un túnel.
Baja conmigo al sótano de los bares
Y vendamos el alma al diablo;
Podemos comer en el mismo plato:
Ver en el espejo los hilos del pasado;
Envejecer de extenuantes soñolencias
Y de excesivos y patéticos infiernos.
Duele tropezar con la impotencia;
Abrazar torpemente las olas en su vaivén;
Y amarse uno mismo en las habitaciones del frío,
Sin que la noche lo deje de convertir a uno
En un rumor de faroles en fuga.
Las cumbres me parecen luces grises
Como para subirlas descalzo;
Transitar sobre las olas requiere de zapatos,
Con un paracaídas de álamos alados
Y una escalera de susurros hecha con gaviotas.
Las sábanas de la espuma inquietan mis sentidos;
Y aunque el frío del cemento me sea familiar,
Sigo sobrenadando. Sigo gastándome
La poca fe que me queda y la alegría imaginada.
Tengo siglos de vivir bajo los árboles:
Entre tierra, arena, aire, sigo con mi historia
Transcurriendo igual que el tiempo en un cuarto.
Por supuesto la realidad soñada es nostalgia,
Deseo vergonzoso de dormir a solas
Y apuñar los recuerdos en un caracol nocturno.
A veces la luna no sirve en las alturas,
Ni en el rostro huracanado de las olas:
Si bien todo nos parece próximo, sabido,
La vida nos obliga a diversos tapices y tejidos.
Entonces surge el acto verdadero:
La modulación de la espuma en los labios,
La herida que nos mira y nos expresa,
El trasmundo de la altura que adelgaza la inteligencia,
El espejo de las cantinas que nos increpa
Con sus ojos de truculenta orfandad.
¡Luna en las olas y en las cumbres,
Torpemente prendida en las redes de los desvaríos!
La veo encima de mi noche plena.
Es un vago pasar de morir siempre,
De morir siempre tocado por la vida,
Por la nada, por la ceniza del eco. Por la nada.
Por más vastos que sean los rieles del mar
Y los anillos de la luna; por más infinito el andar,
Sé que el ojo tiene, la mirada del ojo tenue
Del río diluido y negado de los páramos.
Luna tan cerca de mis sueños
Y goteando trementina en el pinar.
Luna tan cerca de mis sueños:
Sombra mía en la niebla del mar.
Sombra blanca sobre mi cabeza desatando bestias,
Sombra sobre el eco y el desierto de las piedras.
Sombra honda como el misterio de la sed
Y la herida abierta en el costado de las estaciones,
Sombra con sus cauces y afluentes:
Penumbra tibia del mundo a mitad del camino...
Isla Santa María, 18 de abril de 2004


André Cruchaga

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Publicado el: 21-04-2004
Última modificación: 00-00-0000


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