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DURO, TU RECUERDO
“ya no tengo raíces:
si me necesitas di viento
Sílbame nada más”
Marco Antonio Montes de la Oca: El aire y la moneda.
De nada sirvieron los amuletos de la buena suerte
Para que ambos retuviésemos los relámpagos
Ahora las inconfesiones son nuestro verdugo
En un mundo que además nos asfixia vorazmente
A menudo el paisaje lo usamos de frontera
Y el paladar en un populoso cementerio
Tras la risa siempre venían retazos de huesos
Y una embriaguez que inmolaba las palpitaciones
Siempre nos ciñó el pañuelo de la ambivalencia
Las aspirinas no fueron solución para calmar el dolor de fondo
Ni siquiera las canteras de los verbos que se vuelven
Transparentes en la acción sirvieron para algo
O fue la oscuridad o el silencio quienes escarbaron
En las profundidad para formar estiajes
O fue el arcano con su brebaje de sombras
O fue la arena movediza de las emociones que no nos dio
Para el escalofrío
O fue que nunca tocamos el umbral de los panales
Sin embargo es duro el recuerdo cuando transita
Descalzo sobre espinas de insomnio
Es duro como ver una tormenta de ceniza
Que se convierte en azor y ciega las pupilas
De pronto esa roca que creímos ser se erosiona
De pronto fundamos esperanzas en acantilados
De pronto sentimos que el paraíso sólo es un musgo sepia
Y que la pequeñez de nuestra luz se apaga con la brisa
De pronto el hocico de la vida cotidiana nos trastorna
Hasta callar las trompetas del zodíaco
Al fin de cuentas la vida es una permanente mudanza
O una sutil emboscada
Un filamento de ese perpetuo extravío del alma
Duro es tu recuerdo que se ha petrificado
Extrañamente en mi memoria
A veces quiero matarlo para que me deje vivir
Desgraciadamente no tengo el talante del suicida
Ni el poder de la mente para hundirlo en un féretro
Ni la piedad de Jesús para decirla: Desátate y anda
Al final sólo queda un dolor del tamaño del mar
Una agonía que sólo se hermana con la noche
Un alfabeto con los fantasmas de la caries
Un espejo de sombras como los ojos de los ciegos
La mirada rumiante de los bueyes con su testuz caída
Y una “ausencia que anega mis zapatos”…
Barataria, 21012004
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