De repente me embriaga
El viento de la noche
Y el jardín infinito de las sombras
De medianoche en pleno albedrío.
El ansia se encarna en la llama del candil.
Aquí está el misterio sin fantasmas
Gozosamente en los círculos de la arcilla.
Pero también, la animación de las ventanas
−con sus vitrales transparentes−
el río humoso de la memoria:
la vida con sus instinto de arcanos inefables.
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