Caminabas ayer como dormida,
con los pies en la tierra
con los ojos fijos completos
apuntando al cielo azulino.
Soltaste mi mano
para irte sin prisa
a ese extraño mundo
que solo Dios conoce.
Y me quedo sentado
pensando eternidades
sintiendo te acompaño
al infinito celeste.
Y te pienso en la estrella
y en el veloz cometa
y danzante hermosa,
como galaxia naciente.
Te pienso libre
para no recordarte,
fría en el lecho
dormida en el féretro
en que te vi y no me vieron
tus ojos cerrados
desde ese dia para siempre.
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