Yo quiero que me velen en féretro negro.
y yo sé, dirán algunos: aquí yace un poeta;
otros quizás aludidos llorarán en desconsuelo
sin saber porqué o de quién el cadáver fuera.
Mi cuerpo, plomo inerte, en negro atavío,
yacerá contento con su sonrisa rebelde,
con risa de muerto que ríe de la muerte
a caracajadas siniestras cuales saetas de frío.
¡Ignorantes!
Que al cuerpo encadenan sus gemidos tristes.
¿y no suponen que la vida en sí es indomable?
los grandes nos dejaron un morir imposible,
por eso río como loco de sus lágrimas cobardes.
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