Añoro tus manos blancas sobre mi faz,
y me pienso en tu corazón muy cerca,
y me libra de la tormenta de soledad.
Delicadísimas tersuras vivas;
esas manos que acarician;
esos besos que dan vida;
ese arrullo divinado de los labios rojos
de tu boca proyectado en lengua de fuego.
Bésame con el alma sincera;
dame un suspiro en rocío bañado,
para mi cuerpo que tiembla
de amor enbrujado.
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