No sabía de tristeza,
ni turbaba mi mente
la lujuria inconsecuente
que nubla la certeza.
No sabía de la muerte
y vivía a la vuelta.
No sabía del olvido,
Ni de colera ciega.
No sabía de lo efímero
No sabía de lo eterno
porque vivía dormido
mi corazón era tierno.
No sabía del dolor
y del amor solo eco
que escuchaba en silencio
en mi oído pequeño.
No sabía de la vida,
ni del odio envilecido
Y cuando me di cuenta
¡ya no era mas un niño!
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