Algunas veces he llorado pero también he reído a carcajadas, aunque otras el dolor y el enojo me han hecho gritar.
En algún tiempo tuve mucho frío, otras veces sentí mucho calor.
El amor ha inundado tanto mi cuerpo que no tengo cabida para la envidia, el odio, el coraje o la frustración.
Estoy feliz por ser como soy, porque si volviera a nacer, volvería a vivir lo que he vivido plenamente.
Mi vida se resume al amor por mis semejantes y la tranquilidad que otorga una conciencia sin remordimientos.
¿Qué más puedo pedirle a Dios? Él me ha bendecido desde el día que nací y me ha permitido despertar a un nuevo día.
¡Gracias Dios! porque puedo sentir frío, calor, tristeza, alegría, satisfacción, amor, plenitud y puedo gritar al viento que, gracias a todo eso que siento, puedo decir que estoy viva.
|