Considero que ya todo finalizó
pues la magia blanca concluyó,
algo muy adentro se despedazó
cuando el encuentro se perpetró.
Ilusiones vagas que se fueron,
fogonazos de amor que surgieron
cuyas palabras dulces se convirtieron
en símbolos muertos que no dolieron.
Un apretón de manos sin sentido
hablando de un corazón jamás dolido,
que luchaba por no tener oído
ante las quejas de un marido.
No hubo promesas ni juramentos,
acaso algún escondido sentimiento
producto de un fulgor de desaliento
con contemplación fria sin miramiento.
Así fue ese fugaz encuentro,
no hubo prisas, no hubo tormentos,
solo quedo una promesa en el viento
pues dijo que volvería si tenia tiempo.
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