El día que nuestras miradas cruzaron
sentimos una poderosa atracción,
un fervor invadió nuestro cuerpo
mientras daba vuelcos el corazón.
Yo viví el momento de la sin razón
no había compromiso alguno,
ni celos absurdos de obstinación
éramos dos pensamientos en uno.
Jamás hubo una falsedad
ni roce cierto de protestar
solíamos siempre aprovechar
cualquier oportunidad para amar.
Con el tiempo nació una criatura
fruto de aquel amor intenso,
ella nos permitió unir en ternura
nuestros maravillosos encuentros.
Pero el espacio se convirtió en rutina,
de igual manera llego el desamor;
en el nació de celos la espina
mientras dentro de mi moría la flor.
Porque todo lo que empieza termina
nada en esta vida es eterno,
mucho después del fuego intenso
solo quedo mi hija y un recuerdo.
|