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Querida amiga:
Esta carta va dirigida a ti,
me has ayudado en momentos difíciles,
aconsejado en mis días tristes,
quiero darte las gracias por esa bondad
que has manifestado,
y por el cúmulo de sentimientos encontrados
que sin ti no hubiera experimentado.
Cuando platicamos por vez primera
aquella tarde de primavera,
creyendo en tus palabras me deje llevar,
abrí mi corazón para darte mi amistad
sin saber lo que eras en realidad.
A ti tengo que agradecerte
haber sentido lo que es una desilusión,
por desconocerte, me hiciste una traición.
Gracias a ti pude al fin llorar,
tenía mucho que no lo hacía,
mientras yo te platicaba una triste vida,
muy dentro de ti, una mentira crecía,
porque de frente me sonreías
pero en la espalda,
mil puñaladas hundías.
No quiero decir que fue hipocresía,
sino que exceso de confianza de parte mía,
me encontraba muy dolida,
y yo quería descansar en una amiga
así que fui masa blanda sin energía.
¿ Como llegue a esta conclusión?
Te diré que me resultó fácil saber como eres,
al fin y al cabo recuerda que somos mujeres.
Gracias por regresarme a la realidad,
te aseguro que no te vuelvo a molestar,
porque ahora sé, que en tí no puedo confiar.
Muchas gracias mi querida amiga.
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