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Confieso que en el sur
las cosas son distintas
que los colores del tiempo
se asoman tímidos a esa parte
de mi alma en la que María
guarda tantos y tantos secretos
que ni yo mismo
aún con ecuaciones logro predecir
y es que María trasciende
tantas cosas, tantos detalles
que mis propios latidos
se ausentan sin dejar rastro
y no me encuentro.
Ella, con esa dulzura propia
de los signos de los tiempos
con sus lindas manos
con su arrebatada ternura
rodea todo lo que soy
e implacablemente recrea
en todos mis sentidos
en todos los confines de mi ser
una señal inéquivoca
donde el amor se hace acto
y se expande hasta un lugar
recóndito en el átomo
en lo pequeño que siempre
porta la esencia de lo inmenso
María lo sabe y juega y gana
desde la impresionante bondad
de la orquídea de la rosa
desde esa mirada inquietante
que todo lo puede sin ser diosa
María no es lo que tu piensas
ni oculta sus encantos
en palabras ni siquiera
en sus algodonados besos
Por eso yo la quiero
yo la amo, yo la espero
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