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Se acercaba con mal gesto
la luna de madrugada
y entre sus brazos traía
una nana y un pastel
que con rosas adornaba
para sin mas dilación
decirme que en la alborada
me negaban la mayor.
La noticia era muy triste
y me rompió el corazón
pues la mujer que yo amaba
sin ninguna condición
se apropio del paraíso
que fabricamos los dos.
Mujer ínclita y soberbia
que te crees una diosa
pero que pides prestados
los afectos, envidiosa.
Si algún día regresaras
pidiendo el pan que robaste
misericordia tendré
pero te juro mi vida
que nunca más te amaré.
Fue una noticia muy triste
y sin embargo callé
la guardé sin los rencores
propios de la decepciones
en aquellos aposentos
que la luna me prestó.
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