Ya se fue mi María entre algodones,
con todos los silencios en el alma,
se fue nuevamente en la alborada
en busca de horizontes sin espinas.
Yo regreso a la fé de las montañas,
a los rios de olvido que me pueblan,
a los cielos abiertos sin espadas,
a la luna lunera enamorada.
Yo proclamo la luz como absoluto,
y condeno las sombras que me ocultan,
que me ocultan tu rostro en la mañana.
Si tu amor es azul como los mares,
y me traes la tierra prometida,
navegaré contigo al infinito,
hasta el final del mundo si es preciso,
aunque muera en la batalla derrotado.
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