Sentado en esta esquina,
veo pasar inexorable el tiempo,
con sus luces de plata,
con el cielo en tus labios,
de amapola silvestre.
Sentado en esta esquina,
regreso hasta el principio,
que alerta, que consuela, que ama,
que redime los cielos y la tierra.
Y allí, sin la prisa que genera el olvido,
tiendo mis manos y todo lo que soy,
para que tú que tanto amor me tienes,
me regales la paz de las estrellas.
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