No fueron tres tan solo,
los que se fueron entre llantos,
entre recónditas sorpresas,
entre ideas muertas y cobardes.
Fueron más de doscientos,
arrebatados por la maldita cara de la ira,
y por la eterna sinrazón de las banderas,
que tanto gusta alzar
a los hijos de la nada,
los que abarrotan de miedo las conciencias,
y proclaman la muerte como único argumento.
Pero yo proclamo la vida,
y se las regalo,
para que se vayan y no vuelvan,
para que no regresen nunca,
con sus falsas consignas salvadoras,
¡Que se las lleven!
¡Que se queden con sus muertas ideas!
¡Que se lleven su atroz discurso ensangrentado!
¡Oh Dios que dolor de espanto!
¡Tambien que se lo lleven!!
|