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Entre remansos de paz y armonía,
se deslizan de forma silenciosa,
los alegres pasacalles del verbo,
y la luz vestida de Domingo.
Siento en mi ser la viva voz del verso,
y tantos sentimientos que me embriagan,
y auyentan las penas de mi vida,
y la calzan de fe y de esperanza.
Navego entre las nubes de la dicha,
como acto crucial y salvador,
empecinado acento en la esperanza,
aluvión y estrepitoso amor de luna llena.
Y siento tantas cosas diferentes,
tanta dulzura rodea mi existencia,
que se quiebran mis lágrimas,
como queriendo cubrir mi cielo de alegría,
y desterrar las sombras y su cauce,
del rió tormentoso que veces es mi vida.
¡Oh Dios santo!
¡como tiemblan mis vergüenzas!
¡como vuelan todos mis sentimientos!
¡Los dulces, los amargos!
¡Los libres y los presos!
¡Los que quieren odiar eternamente!
¡Los que me condenan!
¡Los que me salvan y me guían!
Solo se una vez más,
que siento el destino en mis espaldas,
¡Y lo cargo con gusto!
¡Y me esmero en cuidarlo!
Y sobre todas las cosas,
y como único bote,
Siento el amor como último argumento!
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