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Acorté la distancia,
pedí perdón,
dejé una huella,
grité mi desconsuelo,
¡y todas éstas cosas no te conmovieron!
Rodé hacia un lado pensamientos,
los besos que saqué de aquel baúl,
la linda poesía sobre el "SER",
el cuadro que colgaba en la pared,
también el libro de poemas,
y todo lo metí en la maleta de cartón,
y con el sigilo de los duendes,
lo regalé, lo repartí en un rastro.
Y todas éstas cosas no te conmovieron.
Me viste partir,
con lágrimas que no retornan nunca,
las mías muy presentes,
las tuyas ya no estaban.
Esas lágrimas que no duelen,
que sólo dramatizan el acto,
y se van como volvieron,
Y tampoco éstas cosas lograron conmoverte.
Pensé en tu corazón,
y vi que era muy duro,
inerte como la piedra viva.
Pero lo más que lastimó mi esencia,
fueron tus palabras,
llenas de verdades a medias,
pasadas de ira y de venganza,
solitarias,
¡pero todas estas cosas no te conmovieron!
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