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Su alma de sol y arenas movedizas,
gritó la queja
a golpe de lágrimas que pesan,
alborotando los trinos del otoño,
imaginando pájaros
que besan las hojas en el aire.
Pero...¿De qué están hechas las lágrimas que pesan tanto?
¿De qué el consuelo que sana las tinieblas?
¿De qué el castigo que no corrige nada?
¡Santo cielo!
Suelma ya se fue al desierto...
a vivir entre lonas de trapo,
a cuidar sus sueños de libertad,
a vivir o morir, ¡que más dá!
Suelma es la esperanza,
cardinal virtud de los héroes,
de los santos varones que descalzos
se toman sus copas,
que destronan errores y verdades a medias,
¡Y que triunfan!
Suelma es algo así como la eterna primavera,
y adereza sus pasos firmes,
su mirada de hierro,
con sus ojos de buho...
Y entre algodones de estampados colores,
advirtió a los cobardes de todos los días:
¡Vayanse y no vuelvan!
¡quedense en su origen de espanto!
¡No perturben ya más
la luz de las estrellas!!
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