(A David mi primer nieto)
15 de octubre 1993
Nueve lunas te esperé
mientras acariciaba el tiempo,
mientras dibujaba tu cara
usando al viento de lienzo
y a mi fantasía de espátula.
Nueve lunas de plata
besaron el vientre
donde tú te formabas,
donde tú soñabas.
Nueve lunas transcurrieron,
mientras mi corazón acunaba
con un nuevo sentimiento,
que en mi piel iban bordando
agujas de oro, caídas del cielo.
¡Pequeño, frágil, indefenso!
¡Esqueje, tallo fresco!
Eslabón de una cadena
de un árbol lleno de savia,
de un árbol fuerte y muy viejo.
Brisa que avivas
el fuego de mis recuerdos.
¡David! ¡Nieto y biznieto!
¡Hijo de ramas tiernas!
Hijo de soles nuevos.
Escondida entre tu piel
flores de pascuas nacieron
para perfumar tu cuerpo.
Barranco con rumores nuevos
comienzan a contarte cuentos.
Nieves del Teide bajaron
para colmarte de besos,
para bautizar tu frente
y convertirte en isleño.
Desde una tierra lejana,
sin tropezar con el viento,
llega el ¡talán, talán, talán!
De unas campanas,
es la Giralda mi niño,
que te está cantando nanas
para que cojas el sueño.
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