Se durmió el aroma de las flores,
guardaron silencio los cascabeles,
la noche se vistió de nácar
al romper la luna en llanto.
El aullido de los lobos
volaba sobre la sierra.
Un revuelo de volantes
formaron mareas negras
mientras su cuerpo pasaba
por calles rotas de pena.
El cuerpo de Soledad;
de puro color canela,
Iba cubierto de estrellas
que le regalaba el cielo
como mortaja perfecta.
Cuatro delgados gitanos
sobre sus hombros la llevan,
formando una procesión
sin bambalinas ni velas.
¡Que sola va Soledad!
Sola, con su nombre a cuestas.
Murió de amor la gitana
Murió de amor y de pena.
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