La tarde era de puro coral.
El Sol una naranja hinchada.
Las hojas lloraban
lágrimas plateadas.
Un vientecillo otoñal
mecía la nostalgia de mi alma.
Mi corazón parecía
una gran luna dormida.
Mis cabellos se agitaban
como trigales al viento.
Mis ojos buscaban salidas
en el laberinto del tiempo.
Mi piel de color de invierno
sudaba chorros de sentimientos.
Mi garganta lanzó un grito a los cielos.
¡Dime otoño amarillento!
¿Por qué?
¿Por qué te paraste en mi cuerpo?
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