Aquél pájaro azul
con paisajes en sus alas
y en su pico música
de distintas playas,
se metió en la jaula,
con la puerta abierta
y su alma cerrada
sólo salía para beber agua.
El tiempo agotaba
con sus alas plegadas,
con sus ojos cerrados
y su mente parada.
Las hermosas alas
de paisajes pintadas
estaban borradas,
sobre ellas quedaban
sólo las tristes sombras
que formaban los alambres
de su solitaria jaula.
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