El otoño me adormece y no respondo
al grito de un pájaro al despeñarse,
que estallado en el fondo del barranco;
con sus alas partidas y sangrantes,
mira al cielo buscando las respuestas
de un cúmulo de cien interrogantes.
Mi fantasía se adorna con mi fuerza
en ese otoño travieso y crujiente
que presume de invierno en mi puerta
y me hace gritar las cien respuestas
que escondidas y agazapadas en mi mente
dormían para no darme la muerte.
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