Abriguemos lo ajeno en nuestras manos.
Saciemos con paz los estómagos,
de brillo los ojos huecos,
en aquel mundo
nombrado de tercera.
La caricia de nuestra mirada,
llave para el principio.
Increpemos al régimen,
aquellos manipuladores
nos deben protección.
No conmovamos al mediano,
aunque sólo nuestras sobras
colmarían sus faltas
en este mundo mal repartido.
|