LAS HORAS V
Segundero veloz, gana las partidas, tantas manecillas a mi lado; minuteros sin escrúpulos, nunca sé a cuál de ellas aferrarme.
Juego al ajedrez con la vida, piel blanca de un peón; sin estrategia, ni armas. Peón solitario, para proteger este templo destemplado. Me enfrento a la reina de las tinieblas, al tablero, a penas le quedan cuadrados por teñir de negro.
Desconozco la última jugada, aunque siempre esté en jaque.
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