Es el viento ...
quien oscila las hamacas vacías,
sin risas,
sin verbenas,
sin ninguna presencia
y se desliza sobre la tiritante arena.
Es el viento ...
el único atrevido que osa inútilmente,
a acercarme tus ecos,
que en débiles susurros,
casi inauditos,
escucho por el aire dispersos.
Es el viento...
quien surca los caminos,
escribiendo tu nombre,
y hace bailar
a las palmeras,
al son de la sinfonía
que tocan sus acordeones.
Pero, ni el viento...
es capaz de arrastrar la fría ausencia,
que deja esta isla desierta,
que con sus afiladas uñas,
desgarra la tela de la angustia
en harapos de tristeza.
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