Aunque sé que me has perdonado,
te vuelvo a pedir perdón.
Le grito al cielo clemencia,
le ruego a Dios que no condene nuestro amor.
Aunque sé que no te merezco,
te declaro mi amor eterno,
te entrego de nuevo mi alma,
junto a ella mi corazón.
Fui verdugo,
también víctima,
jugué mis cartas al juego de la traición,
y dejando mi cuerpo a la deriva
se arrastró en un río de vicio,
desembocando en un mar corrupto
y el cual ha contaminado
todo mi paisaje interior.
El que tú adornaste de flores,
lo coloreaste de verde esperanza,
y de enredaderas de pasión.
Me declaro culpable,
no puedo borrar las huellas
que dejaron mis pasos,
también me declaro arrepentida
y de esas huellas aprendí la lección.
Y ahora,
soy tan sucia a tu lado,
que necesito sentirte cerca,
para que me embargue tu pureza,
y que este sórdido y sombrío sentimiento
quede limpio del dolor.
Te pido perdón,
aún sabiendo que ya me has perdonado,
te doy las gracias
por permanecer siempre a mi lado,
entregándome tu amor.
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