Te pido perdón
por las horas
que quedaron dormidas
junto a las manillas del reloj.
Te pido perdón
por las palabras
que se quedaron mudas
y esperan en un rincón.
Te pido perdón
por las idas y venidas
y la incertidumbre
que causo mi indecisión.
Te pido perdón
por haberte entregado mi amor
a sabiendas, que ya tenía dueño
mi indomable corazón.
|