Me adentro en el corazón del bosque,
los árboles desolados,
temen la llegada de la noche,
gritan desesperados,
por el frío gélido
que hiela su ramaje.
Ya desnudos,
pues han deshojado su abrigo,
formando a sus pies una alfombra,
de ocres, marrones y amarillos.
En ella se forma una fiesta,
al son del canto del viento
sublime la danza hojarasca,
que viaja sin sentido,
al paso del ambiguo camino
que ya dejaron hecho sus ancestros,
pero todas con un mismo destino.
Vida que se va,
vida que vendrá,
sus cenizas son el humus,
que enriquece la tierra ,
la que permanecerá.
|