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Observo mi alrededor,
mirando más allá
de donde alcanza la percepción,
en esta humilde morada.
Un susurro me sopla,
lo que cuentan las paredes,
se levantan firmes
e intactas,
a pesar de los años
que recuestan a sus lomos,
se muestran limpias,
renovables,
cimentadas por capas de pintura,
que tan solo han ido ocultando,
las indelebles huellas,
del largo caminar
que en ellas han dejado rastros.
Musitan entre dientes,
historias ancestrales,
que en sus ojos han hecho mella
de un pasado remoto,
tiempo
en el que la miseria y el hambre
eran el pan de cada día,
les hacía más fuertes.
Cielo ganado y honrado,
pozo de aguas gloriosas
y aire benévolo
que se pierde en el ambiente,
las grietas que hoy asoman,
en gritos desesperados
invitan a reflexionar,
en todos los años que fueron
y que no volverán a estar,
pero forman parte de la historia.
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