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Esta mañana desperté
de un aletargado sueño,
al que vivía sometida
durante largo tiempo,
invernando por un amor
siempre llorando su ausencia,
aferrada a una esperanza
la cual volaba sin alas,
harta de sentir mis sentimientos
como si fueran cristales rotos.
Al abrir los ojos,
limpié mi casa
barriendo hacía fuera,
ya iba siendo hora de enterrar
las ya flores secas,
tanto tiempo sin escuchar
el corazón de la ciudad,
anunciando los medio días,
recordándome que las horas no se paran
que sus campanas aún vibran.
Desde que el sol brilla otra vez,
molécula a molécula
se ha reconstruido
todo mi ser,
armándome de valor
mantengo mis ventanas abiertas,
dejando entrar la vida,
que de nadie se olvida,
somos nosotros quienes nos olvidamos
de volver a nacer.
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