Voy siguiendo una huella,
que se desvanece con mi mirada,
en el recuerdo ya sólo quedan,
pequeños retazos de aquel alma.
Y por más que mi mente lo intenta,
me es imposible dibujar su silueta.
Los momentos ya vividos
quedaron en un rincón de la memoria,
ocultos tras alguna capa
y encerrados por una llave perdida,
en un mar de melancolía
del cual no llego a ver sus profundidades,
pues las aguas están turbias y grasientas.
Cosechando sonrisas, para luchar con la tristeza,
que me deja esta pena tan grande,
por haber perdido su huella.
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