cuesta dejar la costumbre
de sentirte parte de mi carne
sucumbiendo ante el ¡ay que me muero!
mirarte pleno de ternura en el después
resulta difícil pasar por nuestra calle
o por lo menos por aquella
donde un beso sorprendió al transeúnte
y reímos cómplices cara al sol
duele resignarme a la ausencia
a la agonía de este contrato de silencio
al aroma que te prolonga en mi piel
hasta la mañana siguiente
no ha bastado un adiós
hemos tenido miles
y en esta noria infinita
de arrepentirse una vez más
-la obscena memoria-
ruega por el perdón del cuerpo
donde yaciendo/ pueda aprender olvido
Migdalia B. Mansilla R.
Fecha: en este remolino que se levanta ante mí.
Marzo 08 de 2007
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