En la secreta noche de los lobos que aúllan a la luna llena,
de los idos que andan tras la voz que escuchan,
que corren tras la romería de las palabras dichas sin son ni ton
soñando con hacer filosofía,
unges Tiempo, con tu aceite de mágicos hechizos a mi piel cansada y vieja.
Sellas con tus labios los míos y entonces, sin remedio alguno, enmudezco
ante el sonido danzante que huye en loca algarabía hasta el espacio infinito.
Y pasa y acontece que al llegar a este punto del destino,
no me importa ya si estoy muerta, yerta quedo en algún lugar,
en ese instante nunca previsto, en esa hora nona sin luz entre los árboles.
No me harán falta los trinos de los pájaros alegres en la mañana,
mucho menos me hará falta la mañana,
acaso añoraría en la brevedad del tiempo que me queda antes de partir,
un rumor de risas como una historia lejana que se hizo ajena,
un rumor de ríos o una caída de agua clara,
nada más me haría falta, porque al cerrar los ojos el único camino que me queda,
es volver mis pasos hacia el origen de mi vida.
Diles Tiempo, tú, que me persigues como un carcelero eterno,
diles a quien te pregunte que fui alguna vez una barca sin barquero,
que fui un requiebro de algún llanto que se apagó en una almohada,
un atajo de hojas secas, o talvez en mi delirio otoñal, diles que fui
un poco de todos sembrada en algún jardín del amor.
En la noche sin descanso de lobos que aúllan a la luna llena,
desvarío buscando a la razón, en la distancia que me queda entre el ayer y el hoy.
Migdalia B. Mansilla R.
Fecha: al salir a la noche y contemplar a la luna que llena que parece un farol de plata.
Septiembre 17 de2005
|