Al amor no lo puedo diferir,
no puedo dejarlo estancado para el próximo siglo,
para el año siguiente, el día de mañana o
para dentro de una hora.
No me sale postergar el abrazo
que guardado tengo entre mis brazos,
que se erige como lanza de dos filos
entre el amor y el rechazo,
entre el anhelo y la esperanza,
entre el deseo y la pasión.
No quiero demorar ni un minuto más
ni para el siglo por venir,
mi amor,
mi libertad de ser,
mi vida,
aunque el ocaso llegue
a pesar del sol que aún alumbra,
a pesar de la aurora perezosa que con retardo despierta o
a pesar del reloj sin retraso de la Catedral.
¡No! Quiero que lo sepan.
Me resisto a aplazar para mañana o
para el instante siguiente... ¡al corazón!
Migdalia B. Mansilla R.
Fecha: el calendario se volvió loco, esconde los días, los meses,
el año. El calendario se volvió... ¡desatinadamente cuerdo!
Febrero 08 de 2004
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