Me pongo de espalda ante un espejo,
miro hacia al frente,
mi otro yo está allí reflejado,
mi espalda se queda encerrada, prisionera,
en esa lámina de plata que acoge las imágenes
que le imponemos siempre.
Camino, no miro hacia atrás y sin embargo
siento que me sigo, que soy dos,
una que va adelante y la otra que me sigue constante,
como una sombra con luz,
continúo caminando y se achica la imagen
que corre hacia el fondo del espejo,
que se queda empequeñecida en la medida que avanzo,
rea de su propia cárcel, de su propia celda
en el espejismo de la realidad furtiva que vivo en el ser dos.
Ya no volteo, no quiero mirar,
tal vez ya ni existo,
tal vez me he esfumado en el tiempo de andar.
O quizás mi otro yo se funde en este mi yo presente,
que sigue hacia al frente sin voltear a mirar,
por si es otra la imagen que el espejo me quiere regresar.
Se pierde el reflejo, se queda , no existe,
mi otro yo, con una sonrisa que parece mueca
se acomoda seguro en el cristal
del alma eterna que habita en mí.
Migdalia B. Mansilla R.
Fecha: cuando siento respirar detrás de mí a mi otro yo...
22-07-2003
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