DÉCIMA ESPINELA
Sin abandonar el sueño
caminemos adelante,
hasta que aquí el cuerpo aguante
y aún no nos cruja el ceño.
Que no decaiga el empeño
al abrir cada mañana
los ojos por mala gana
que nos pase por la mente,
si el mundo precisamente
es de quien carda la lana.
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