Soneto.-
Porque a morir nos resistimos tanto
entre lamentos, rabia y sufrimiento
se explica que vayamos sin aliento,
por más que nos produzca gran espanto.
Y así nos disponemos entretanto
a exponer siempre todo el pensamiento,
distante de cualquier sutil tormento
que nos proteja del sagaz quebranto.
Porque el ego proyecta sus dolores
y graba sus heridas más abiertas
justo sobre la llaga que nos duele,
y más si se refiere a los amores
que por el mundo van cerrando puertas
porque no exista honor que nos consuele.-
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