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SONETO.-
Al locuaz pensador se le condena
en vida, y una vez que ya la palma
toda persecución sutil se frena
y a sus verdugos se les pide calma.
Será que señalando con el dedo
en la cara salpica sus verdades,
y si algún detractor sintiera miedo
podría desatar sus tempestades.
Eso al genio de Jame Yoyce ocurrió
allá por el Dublín de sus amores,
donde incluso el Ulises escribió
sacándole a su pueblo los colores.
Hoy muchos homenajes se suceden
aunque cambiar la situación no pueden.-
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