Soneto cautivo.-
Aún alzo mis ojos
y siembro en ti mujer mis esperanzas
que dispuestas en forma de alabanzas
sacarme ya podrían a veces los sonrojos.
Fácil tendré los músculos faltos de fuerza y flojos
víctima del exceso de confianzas
y quién me lo diría, de añoranzas
bien repletos de antojos.
Si con mi inteligencia me recreo
igual cruzo desiertos que me valgan la pena
si regados lo fueran con sabores
de los que en las novelas muchas veces leo,
en los que no se intuya la condena
con la cual nos cruzamos ciegos de mil amores.
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